viernes, 6 de septiembre de 2013

Mi despedida a esta novela.


Hola... Chicas, lo siento muchísimo, se suponía que la iba a alargar hasta el capítulo 40, pero vi que no había más, que aquí acababa todo, y en serio, lo siento.
Gracias por haber leído mi novela, os lo agradezco muchísimo, es la primera novela que acabo, y no estoy muy conforme con lo que fue la novela, no me ha gustado. Solo el principio, ya después no. No voy a hacer segunda temporada, primero, porque no tengo ordenador, y segundo, porque no se me ocurren ideas...
No estoy contenta con la novela, no me gusta como me ha quedado, y esa es la tercera razón por la que no sigo con esto.
Muchas gracias a todas, en serio, me habéis echo feliz con todos esos comentarios, y con las visitas.
Besos a todas, y si queréis seguir leyendo novelas mías, aquí os dejo las dos que tengo:
No molesto más, y repito, gracias. Os quiero<3

Capítulo 38 FINAL.


Ayer hice dos años y medio con Niall, sí, ya había pasado tantísimo tiempo de lo nuestro, y la verdad, todo había empeorado, y más desde que nació la pequeña Brooke, todo es diferente, todo ha cambiado, ni siquiera pasamos tiempo juntos, y no veo que la relación con Niall, y personalmente pensaba que esto se iba a acabar bastante pronto.
Llegó a casa después de haber quedado con los chicos, Paula, Vivi y Johana, no me había comentado si quería ir, o no. Ni siquiera me preguntó. Solo me dijo, saldré con los chicos y con las chicas, tu quédate aquí con Brooke.
Fue hacía la habitación de nuestra hija, donde ella descansaba dormida plácidamente.
Ni siquiera me saludó.
Me fui a mi habitación, cogí una manta del armario, y volví a bajar, me tumbé en el sofá, donde tenía pensado dormir hoy, y me tapé.
Varias lágrimas corrieron por mis mejillas, acabando en el cojín del sofá.
Me quedé dormida rato después.
Cuando desperté, aún era temprano, pero siempre me gustaba levantarme a media noche a comprobar que tal estaba mi pequeña princesa.
La escuché de llorar, y me apresuré un poco más en llegar. El llanto de la pequeña cesó.
Me puse en el marco de la puerta, Niall tenía a nuestra hija en brazos, ya la había calmado, como siempre hacía.
Volvió su mirada hacia mi, y me sonrió. Pero yo no pude hacer lo mismo, nuestra situación me dolía, y el parecía no darse cuenta.
  • Acercate – me dijo
  • Dejalo, mejor yo me voy a dormir de nuevo – dije saliendo de la habitación.
  • _____(TN), espera, tenemos que hablar – dijo cuando estaba bajando las escaleras, oí como las bajaba tras mi.
  • Niall, ¿deberas crees que las cinco de la madrugada es la mejor ahora para hablar? - cuestioné dándome la vuelta.
  • Eres mi mujer, y debes estar cuando te necesito.
  • ¡Y TU ERES MI MARIDO Y NUNCA ESTÁS! - grité y rompí a llorar. - Joder Niall, sabes muy bien que desde que Brooke llegó todo ha cambiado, y no para bien precisamente – hice una pausa, para guardar aire – No lo oporto ni un minuto más, hace más de dos semanas que nos me das un simple beso, ya no me preguntas ni siquiera como estoy, ni te preocupas que tal me ha ido el día, nada de nada – lloré, bajando las escaleras, las que quedaban. Oí a Brooke llorar de nuevo.
  • La has despertado – susurró
  • No hace falta que me lo digas, ya la oigo – volví a subir, y cuando pasé por su lado, el se apartó.
No se porqué, pero sentí que mi marido me tenía asco, le había echado en cara todo lo que me guardaba dentro, exploté. Sentí que me odiaba, no se el motivo, pero lo sentía así.
Cogí a mi pequeña princesa rubia de ojos azules en brazos, y estuve acunándola, para que se calmara.


Noté unas manos en mi cintura, era él. Apoyó su cabeza en mi hombro, contemplando a nuestra preciosa hija.
  • Mi vida, lo siento... Yo no me paré a pensar, siento que hayas tenido que aguantar todo eso, ¿porqué no me lo dijiste antes? - preguntó
  • Tuve miedo – confesé.
  • ¿De..?
  • Pensé que me tenías asco, y tuve miedo a perderte – le miré, apenada, y avergonzada por aquella confesión.
  • Eso es una tontería – me dijo – Yo jamás podría tenerte asco, y respecto a lo de perderme... - me miró a los ojos – No ocurrirá nunca, ¿me entiendes? Nunca. - me dió un beso, en el que derramé una lágrima, pero en esta ocasión, de alegría.
  • Te amo Horan – reí en sus labios.
  • Yo también, señora de Horan.